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  • Writer's pictureEstefania Mitre

El Viejillo y La Amá


Ilustración por Laura Iniesta.


Cada día parece irreal, las noticias siguen resonando, cada día parece nuevo y cuando parece que todo se ha visto el reportero de las 10am, el de las 5pm, y el de las 10pm tiene algo distinto que decir. Cuando estudias periodismo te dicen que las noticias se van repitiendo conforme van pasando las horas, para evitar cualquier error en la información. En esta época parece que cada hora algo nuevo surge. Veo las noticias de todos los estados y países.

Es más probable que mueras de un choque automovilístico que de coronavirus, no se preocupe, gente— se escuchaba en la televisión.

Quizá no todo este perdido, mija, —exclamo mi abuelo— La gente tiende a crear un gran alboroto por nada, es solo el gobierno queriendo controlarnos.”

Si seguir consejos de un viejillo fascista nunca fue el ideal de nadie, pero existía algo raro en lo que sucedía. Por un lado, tenías a la gente que usaba hasta tres pares de guantes desechables para salir a tirar la basura, existían los otros que azotaban las paredes de sesiones de sexo que con el paso de los días se volvieron peleas entre las parejas, las fiestas que día con día iban en aumento y el vecino caminando alrededor de la casa con un cubrebocas. El viejillo no creía que era real, quería salir con toda libertad como si el no le fuera a suceder nada, como si sus pulmones fueran de fierro, y que sus alergias de pronto desaparecieran. Pareciera que el miedo no tiene lugar en el cuerpo del viejillo, sin embargo, lo que si existía eran constantes peleas entre el viejillo y la amá.

El control remoto salía volando de la mano derecha de mi abuelo a la mano izquierda de mi mama, uno jalaba con más intensidad que el otro; por un lado el viejillo quería seguir viendo a las conductoras de primer impacto, escuchar las noticias de América latina tan extremas pero que para el eran el santo grial; mientras mi madre quería seguir viendo la telenovela de Telemundo, se moría de ansias por saber si Jose Maria eligiria a Maria Eugenia sobre Lorenza, o si Lorenza le diría a Jose Maria que ella estaba esperando su hijo o si saldría huyendo para no regresar jamás. Ambos programas son tan predecibles, pero realmente no me molesta, ya vi todas las series de Netflix que me interesaban.

Dado a que soy la más joven de la casa, y por decisión unánime se decidió sin hablar, solo por miradas que yo iba a ser la destinada a ir al mercado a reabastecer la alacena, eso incluía entre muchos, cheetos flamin’ hot y kilos y kilos de tortillas. Siempre termino llevando mas cosas porque ni el viejillo ni la amá confían en las entregas de comida en casa. Tienen una teoría conspiratoria que los trabajadores de Uber Eats están afiliados con Putin, el mandatario de Rusia, y con el líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-un, especialmente si la gente tiene rasgos asiáticos. El viejillo ha dicho que los conductores de Uber Eats deben de abrir las bolsas, después proceden a abrir los platos, y como su vida es tan miserable escupen en la comida porque deben de seguir trabajando mientras le entregan comida a alguien que va a consumirla mientras ve la televisión tirado en el sillón. La ama cree han implantado en todos los platos el virus, y que si lo consumiéramos primero tendríamos que echarle encima una lata de Lysol, y que no somos tan ricos como para darnos ese lujo.

—Mija, ponte el cubrebocas y doble guantes, antes de que entres al carro cuando vengas de retache te quitas los guantes como lo ha dicho el Dr. Juan— dijo la ama, mientras asomaba la cabeza detrás del refrigerador. El viejillo movía su mano, despidiéndose de mí, mientras le daba vueltas al pasillo como su “ejercicio,” le daba vueltas al pasillo de un extremo al otro cada media hora. El creía que era su momento de ponerse en forma, por si un día se topaba a una de las conductoras de Primer Impacto. Se despidió y me grito mientras caminaba moviendo los brazos de arriba abajo con unas mancuernillas de 5lb, “me traes unas Marias, no de la Goya, Marias, mija, la Goya no son las originales.”

Mientras dejaba la casa, antes de subirme al carro un vecino me veía muy raro, como si yo fuera un bicho, una especie nueva. Whatcha looking, bro? Mientras le echaba mi mejor mirada de tan intensa como para espantar a el mismísimo vecino cholo. Es divertido ver como mis vecinos blancos se tienden a asustar por mi manera de desenvolverme, tanto por la distancia que les hablo, entre más cerca estas más los haces sudar. El tipo se alejó, y no se atrevió a verme a los ojos, tiene sus ventajas a ver sido criada por un viejillo malhumorado salido de un granero, y una mamá soltera.

Cuando llegue al supermercado había un silencio rotundo, parecía que estaba todo desierto. Todas las personas que iban a entrando se veían unas a otras, pero no emitían ni una sola palabra; normalmente gente va entrando y ve sus celulares, parecía que el gato les comió los dedos y ya no tenían intención de checar su celular. Algunos parecían que solo traían su cartera. En mi caso iba a pagar todo con Apple Pay, mi amá no entiende como eso funciona, y aun cree que debería pagar con tarjeta de crédito, mientras que el viejillo cree que debería seguir pagando con pennies y pecetas, por eso justo por eso, yo soy la que hace las compras. Seguía recibiendo mensajes de la ama pidiéndome que me regresara pronto, pero a la vez iba agregando artículos a la lista que me dio.

—No se te olviden las kalabasas ni el Tajin y por no dejar ve si hay Clorox del barato, decía el mensaje de la amá. Me dio una lista escrita a mano porque justamente ella quería que no estuviera usando mi celular porque la noche anterior vio un reportaje en el noticiero que advertía que el celular también era un artículo de transmisión del virus muy “potente.” Pero aún así seguía lloviendo los mensajes de que necesitaba más Coca-Colas y que el viejillo olvido pedirme unos doritos.

Había cosas que eran ilegibles de la lista, la ama dice que escribe cursivo, pero eso no es cursivo, son símbolos que utilizaban los cavernícolas para comunicarse.

Estaba casi lista, aunque debo de admitir que me estuve más de lo debido, me distraje leyendo las cajas de los tes y cafés, aun cuando tengo un repertorio en la casa, es hasta donde ha llegado mi encierro, a recluirme en la caja de descripciones de tes del supermercado, deplorable.

Solo me faltaba el cereal del viejillo, por raro que suene, el viejillo solo comia FrutiLupis, él decía que no era como los otros ancianos que necesitaban pasas para poder tener una flora intestinal excepcional, el aclamaba que en la familia corrían genes de un bello sistema digestivo.

Honestamente nunca entendía lo que él se refería, pero prefería quedarme callada porque honestamente no necesitaba informarme al respecto, o mejor dicho, prefería seguir en la ignorancia.

Había notado que un señor y su esposa habían cruzado mi camino en repetidas ocasiones, con sonrisillas varias veces entre ellos, pero yo simplemente ignoraba lo que pasaba, al final de cuentas es su vida. Iba cruzando manteniendo mi distancia cuando el señor me toce y estornude enfrente de mi cara, después se burla, “being sick is not too bad, mija, c’mon get over it, you are young, this is not gonna kill ya’ alright?” Me enoje, vivo con dos personas adultas y que una persona inconsciente haga eso me enfurece, no dije nada, pero solo me aleje, ni siquiera me detuve a conseguir el cereal.

Mientras iba registrando cada producto y poniéndolo en la bolsa, sentía como mi cuerpo sudaba más y más, me sentía muy caliente y sentía que me faltaba el aliento cada vez más. Sentía presión en el pecho, y se me dificultaba respirar cada vez más.

¿Acaso ya estoy enferma?, ¿me voy a morir? Y, ¿el viejillo? Y, ¿la ama? ¡Ahora que voy a hacer! Estoy condenada, no tengo a donde ir, no tengo seguro, moriré como el muchacho que murió por ser rechazado después de mostrar que no tenía aseguranza. Este es el fin, y ni siquiera pude comer cheetos flamin’ hot por última vez. La ama se volverá loca con el viejillo, no tendrán a una mediadora, no puedo verlos otra vez, moriré sola, desolada, moriré de tristeza, no del virus.

Y es ahí cuando caí en cuenta, el virus es en realidad más mental que física.

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